martes, 19 de marzo de 2019

La cama vacía



La Regia tenía solo diez años cuando vio por primera vez la cama vacía. Diana se enfrentaba por primera vez a su peor enemigo, ese que se empeñaría en seguirla por el resto de su vida sólo para recordarle que todo lo “bueno” en esta vida es efímero. 

¡Alto!, antes de que empieces a juzgar la historia o la narrativa o hasta la ortografía, te pido por favor, seas paciente y te dejes llevar por lo que te voy a contar a continuación. Ésta PROHIBIDO emitir cualquier tipo de juicio o teoría psicológica, por lo menos, hasta que hayas terminado de leer esta historía.

La Regia el domingo 17 de marzo del 2019, en la Condechi, CDMX

Quiero que te imagines a la Regia, la chica que ves en la foto, la misma cara, el mismo cuerpo y la misma sonrisa, pero… veintitrés años atrás. En esa época, la Regia era una niña feliz, por dormir en una litera, comer espagueti y pizza, acostarse en la puerta principal de la casa para ver llover y andar en bicicleta todas las tardes durante horas.

Obviamente, me equivoque al decir que la Regia tenía la misma cara y el mismo cuerpo que se ve en la foto. Realmente de esa época lo único que sigue igual en la Regia es su inocencia, su sonrisa y su gran alegría. Ella era como cualquier niña de 10 años, cara redonda, cachetes colorados; rollicita de piernas cortas; despeinada y siempre con el uniforme del colegio puesto. 


La Regia a sus 10 años, en la sultana del norte, Monterrey.

Ahora imagina a esa niña de la foto, en un día como hoy, un martes cualquiera; aún frío, porque quedan estragos del invierno, y bastante soleado, porque en Monterrey el sol de invierno a veces quema más que el del verano. Parada frente a una gran cama King Size, a las siete de la mañana, casi lista para irse al colegio, no deja de preguntarse porqué la cama está tendida, tal cual como la vio antes de irse a dormir la noche anterior. 

Sus ojos están fijos en el edredón, que adora su mami. Tan blanco, que la luz que entra por la ventana y se refleja en él lastimándole los ojos; tan esponjoso que los inmensos cojines de encaje tipo "Guipure" se pierden entre los bordes de las costuras. Diana nunca se había dado cuenta de que la cama era tan grande, que en la habitación sólo caben dos burós de nogal en cada lado, y a sus espaldas, dejándole muy poco espacio para estar de pie, esta una enorme pantalla de televisión, apodada por mi papi: el “berrinche de cumpleaños de tu mamá”.

Se hacía tarde y la Regia seguía enfrascada en sus preguntas. En eso entro Carla, la mayor de sus hermanas, la tomó de la mano y se la llevó al cuarto, -éste día no habrá colegio, cámbiate y vamos a desayunar- le dijo ella, mientras Juany, la más pequeña, estaba sentada en la cocina esperando su “froot loops”.

Era difícil ponerse feliz por no ir al colegio, porque la persona a quien ella corría a buscar en esa enorme cama no estaba, se había ido por primera vez, y había dejado a su papi tan desesperado que corrió a buscarla toda la noche. La buscó por largo tiempo sin darse cuenta que había amanecido y olvidado que su tres niñas estaban en casa esperándolo.


Fotografía de mis padres durante su época de noviazgo. 1980 año aproximado.

Días después apareció mi mami, pero nuestra vida nunca volvió a ser la misma, al menos puedo hablar de mi. Mis mañanas se volvieron una repetición constante, todos los días corría a buscar a mi mami en esa inmensa cama y desde las primeras horas de la mañana, yo me convertía en su sombra.

Vivía en la obscuridad, porque sólo así puede verse a una sombra. Mi personalidad, mi diversión, mis gustos, mis salidas, mis amigos, todos tuvieron que esperar, al menos veinte años más. Mi vida tenía que detenerse, porque yo, no me permitía separarme de mi mami, porque yo, debía ser mejor que la sobra de “Peter Pan”. Yo no podía separarme y mucho menos perderme, porque tenía muy claro que sí mi mami perdía a su sombra, ella no regresaría a la casa  de “Wendy” por ella, se iría y no volvería. Y yo, estaba decidida a no volver a encontrarme con esa enorme “cama vacía”.

La regia y sus dos maravillosas hermanas, 1998 año aproximado.

Fueron muchos los episodios de abandono y hasta de suicidio que intentó mi mami antes de irse definitivamente. Pero en ese último día, me di cuenta que mi estrategia de ser su sombra no había sido tan buena idea. Ella sólo hizo sus maletas y se despidió de nosotras. Ésta vez si tuvo el valor de llevarse sus cosas y decir adiós, quizá porque sabía que no regresaría nunca más. 

Es triste recordar, que en ningún momento paso por su cabeza llevarnos y ninguna de nosotras se atrevió a pedírselo…

Los días seguidos a su partida tuve que enfrentar cara a cara a mi maldito enemigo. Todas las mañanas, al menos por un par de años, seguí despertando y corriendo al cuarto de mis papás buscando encontrar a mi mami aún acostada, o esperándome con el cepillo en la mano para peinarme e irme al colegio. Pero cuando abría la puerta, estaba la cama vacía, ya sin edredón, sin cojines y sin almohadas. 

Durante el primer año, mi papi se deshizo de todo en la habitación, menos de esa maldita cama. Los bonitos cojines de "Guipure" jamás volvieron, el edredón fue sustituido por una sábana rayada, tan gastada que se podía sentir el frío colchón bajo ella; por almohada, él solo se conformaba con un pedazo de toalla vieja que hacia bolita antes de dormir. 

Eventualmente, la cama desapareció. Fisicamente, aquella cama habrá terminado, en otra casa, en un basurero, o hasta hecha pedazos, pero en mi mente esa cama aparece cada vez, que alguien se va, cada vez que yo pienso que alguien me abandona y elige no llevarme o cada vez que no elige quedarse conmigo y me traiciona.

Ha sido muy duro luchar contra las heridas de abandono y traición, pero creo que aunque no están sanadas del todo, hoy puedo sentirme feliz porque retomé mi vida. Dejé de ser la sombra de alguien y comencé a moldear mi personalidad. Dejé de llenar el vació en mi alma con cosas o personas que me hacían daño, dejé de sentirme “abandonable” y comencé a acompañarme a mi misma; pero ahora mi gran reto es dejar a un lado la desconfianza en las personas y la constante búsqueda de controlar todo lo que pasa y me pasa. Hoy se lo que me gusta y lo que no me gusta. Me quiero tal cual soy y ya no pretendo estar con las personas que no me aceptan, no me valoran o me hacen daño. Tengo amigos y disfruto salir con ellos a cenar o a divertirme sin miedo de salir y perder algo en casa. Me gusta estar y salir sola, disfrutar de mi compañía y de mis pensamientos. 

Mis amigos "defeños", con los que he pasado mis mejores momentos en la CDMX, 2018.

Ya no ando en bicicleta para divertirme, porque descubrí que ya no tengo la pericia para huir de los perros que me correteaban por las calles con mi prima Nallely. Aunque ella siempre iba bien parada en los “diablitos” de la bicicleta, no se como le hacía, para que el miedo a que nos alcanzaran terminara abrazada a mi cintura con pies y manos.

Ahora, encontré otra manera de divertirme: la lectura y la escritura. La lectura me ha hecho viajar a lugares que no conocía, para posteriormente en viajes, sentirme como las protagonistas de “mis novelas”. Como aquella, que decía: “que si algo pasaba en Puebla, tendría que pasar en los portales”, y por más que esperé, nada me paso en los portales de Puebla… Y la escritura, tal parece que lo que inició como un simple diario de una niña que contaba sus aventuras, incentivó este tipo de narrativas que ahora publico en mi blog, que hasta hace unos días no creí que fuera interesantes para los demás. 


En mi primer viaje a Madrid, me sentía como Amelia Garayoa en "Dime quién soy" de Julia Navarro, 2018.

Los psicólogos dicen que para sanar las “heridas de la infancia” debes entender y reconocer tu historia; llorar por el sentimiento reprimido que te provocó aquella herida y que te haz tragado por años, ósea, dejarte sentir el duelo  emocional que sigue a tu pérdida; y por último, cambiar el modo de ver el hecho, o los hechos, que te hicieron sentir lastimado y convertir en aptitudes todas aquellas conductas que resultaron de tu herida, es decir, usar lo sucedido como un aprendizaje que te ayude a alcanzar tus metas. 

Tengo que admitir que en esa búsqueda de sanación  emocional, mi desconfianza me llevó siempre a cuestionarme todo lo que leía y me decían y me he convertido en una investigadora muy competente; mi falta de estructura, me fue llevando poco a poco a descubrir los diversos métodos de la investigación, que me han servido no sólo para la academia, si no para la vida misma; y en cuanto a la necesidad de protección encontré mi “álter ego” como restauradora.
“La restauración de un monumento [...] es una operación que debe guardar un carácter excepcional. Tiene como finalidad asegurar su conservación y revelar o restituir su valor y cualidades estéticas o históricas. Se fundamenta en el conocimiento profundo del monumento [...] así como de la cultura y técnicas que le son relevantes. La restauración se funda en el respeto hacia la substancia original o antigua del monumento [...] y sobre los documentos auténticos que le conciernen.” 

Con mis colegas restauradores en una practica de campo en Oaxaca, 2018.

La restauración me ha dado la oportunidad de ser el héroe que rescata el patrimonio construido, con el conocimiento profundo del inmueble y el uso de “armas” llamadas marco normativo. Desde el siglo XVIII, ésta disciplina se ha encargado de acotar su interpretación, para evitar que las actividades de restauración llevadas a cabo en los monumentos sean sometidas al criterio subjetivo de los profesionales, pues con el paso de los años se ha evidenciado que se cometieron abusos en muchas intervenciones, por falta de conocimiento o de la redacción de normas y procedimientos que limitasen la imaginación del “profesional” como lo dice Miguel Martínez: 
“Las Cartas y normativas, nacionales e internacionales, vinieron a acotar un territorio vasto y ambiguo, en donde la libertad operativa de los proyectistas no se veía lastrada en origen por ningún impedimento”
Este tipo de argumentos responde a un sin numero de conceptos que por considerarse “novedosos”, “de moda” o que busca responder a una de crisis en el mercado inmobiliario por la sobre explotación de la urbe, son empleados por la falta de información en cuanto a la practica de la restauración. Como lo es el concepto de “reciclaje” aplicado a un proyecto de arquitectura histórica el cual define Miguel Martínez como:
“la voluntad de modificar las posibilidades de funcionamiento de un edificio en una nueva realidad; y pretende, de este modo, buscar nuevos usos en él, pues el anterior había quedado obsoleto o amortizado”
Posteriormente, en el mismo artículo, enfrenta ambos conceptos, reciclaje y a la restauración:   
”si en el reciclaje de arquitectura los límites quedan marcados por la mayor o menor sensibilidad del proyectista, la restauración arquitectónica queda amparada por la cuantiosa normativa sobre restauración de que disponemos como técnicos.; y no sólo normativa, sino leyes
Y es ésta última cita la me lleva a plantearme un montón de cuestionamientos: 
¿no es es éste uno de los problemas que enfrentamos a diario en todos los ámbitos de la vida?, ¿cómo dejar que las decisiones de nuestros países o en éste caso de nuestros monumentos sean tomadas por unos cuantos sólo valiéndose de la sensibilidad?, 
¿cómo dejar el futuro de un inmueble sólo en el criterio subjetivo de un proyectista?, 
¿cómo una sola persona tomará la decisión del grado o tipo de intervención, la elección de materiales y técnicas de restauración, la propuesta de una metodología, cuando se sabe que existen normativas, técnicas y un sin fin de consideraciones para llevar a acabo las intervenciones?, 
¿cómo la investigación multidisciplinaria llevada a acabo durante cientos de años por la restauración se reduce sólo a la creatividad de proyectista?
¿Porque hacer uso de conceptos que están de moda, durante algún tiempo, o en determinados países, cuando existen conceptos como el de Rehabilitación que están sustentado y va de la mano de el marco normativo la Restauración? 
¿Es a caso que, la ignorancia, la intolerancia y la resistencia a nuevos aportes ajenos a la disciplina de quien pretende realizar dichas intervenciones, lo nubla la perspectiva  favorable de un trabajo multidisciplinario?  


Visita de campo en el Museo de la Colonia Sedó de Esparraguera, Barcelona, España, 2018.

Muchos de estos planteamientos pretendo resolverlos durante mi vida académica y laboral en la restauración. Pero no quisiera terminar esta entrada sin agregar, que estoy consiente que hay conceptos, técnicas y métodos que pueden estar de “moda” en algunos países y que pueden funcionarles a la perfección, incluso ya gozan de un magnifico sustento teórico, pero, no olvidemos que en nuestro país aún estamos en la primer etapa, impulsada en Europa desde el siglo XVIII, la sensibilización hacia la conservación de los monumentos y de los símbolos nacionales. Aún necesitamos manifestar los valores históricos de nuestros monumentos para poder reconocerlos como patrimonio y para dar a conocer nuestra historia a través de ellos. Hagamos de la restauración una disciplina en la que todos y cada uno de nosotros podamos participar, pues es la historia de cada uno de nosotros la que quedará plasmada en nuestras edificaciones. Y sobre todo, no pretendamos acelerar o brincarnos etapas en el ciclo de madurez:
“aprendamos a caminar, antes de querer correr”
NOTAS:
1. Regia: gentilicio acortado de los nacidos en la ciudad de Monterrey regio-montana.

2. “que si algo pasaba en Puebla, tendría que pasar en los portales” Mastretta, Ángeles, (1949) Arráncame la vida. México: Océano, 2005.
3. Diablitos: aditamento que se agrega a alas llantas traseras de la bici para llevar a un pasajero.
4. Defeños: quienes viven en la capital del país de México, antes llamado Distrito Federal.

FUENTES:

Carlos Chanfón Olmos. (1979) Problemas Teóricos en la Restauración (Paquete didáctico). México, Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete” INAH. En: Terán Bonilla, José Antonio (2004) Consideraciones que deben tenerse en cuenta para la restauración arquitectónica. Santiago, Chile: Revista Conserva Nº 8.


Martínez Monedero, Miguel. (2012) Reciclaje de arquitectura vs restauración arquitectónica, ¿herramientas contrapuestas? Hábitat y Sociedad, 2012, no 5, p. 23-33. En: www.habitatysociedad.us.es 

González-Varas, Ignacio. (2008) Conservación de bienes culturales. Teoría, historia, principios y normas. Madrid, España: Cátedra.

1 comentario:

  1. Mis más profundo respeto y admiración a tu persona y lo que haces, me encanta leer tu blog.

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